Seguidores

sábado, 30 de septiembre de 2017

TACONES DE MADERA

Es sábado por la tarde, la semana de trabajo terminó y hoy laboré medio día, me acabo de bañar y me siento fresca y descansada, tengo enredada en mi cabeza una toalla blanca mientras se seca mi cabello y tengo puesta mi bata afelpada del mismo color. Los tacones están aventados por ahí, me he cambiado las sandalias de plástico por unas acolchonadas de piso, blancas también con unas franjas rosas y verdes en la tira del pie y que yo llamó "para estar en casa". Me he sentado en mi pequeño escritorio, y ahora estoy escribiendo en mi computadora portátil tipo libro (lap top en México, término americano y que por la vecindad con ese país utilizamos también). Levanto mi vista y contemplo parte del jardín trasero de mi casa y veo algo mas lejos el muro que separa la propiedad con la de mis vecinos y las ventanas de su casa. Me gusta el color de mi computadora es entre azul celeste y azul metálico. Doy clic en la lista de reproducción y la música se empieza a escuchar por las bocinas Logitech conectadas vía bluetooth (otro término americano).

Hoy hablaré de los tacones de madera, para mí uno de los materiales mas coquetos y elegantes en el calzado es precisamente la madera. Aunque parezca increíble ésta es uno de los componentes mas antiguos con el que se fabrican zapatos. Creo que cuando pensamos en zapatos de madera nos viene a la mente Holanda con sus grandes molinos de viento, sus tulipanes y esos zapatos tan simpáticos llamados sabot, que a su vez relacionamos con aquellas imágenes también de madera de ancianitos enanos o aquella muchacha algo regordeta con su mandil  y su pañoleta en la cabeza blancos. Y que decir de aquellas sandalias tan peculiares que usan las geishas del Japón llamadas geta ó las zóri, con aquellas correas que se unen entre el segundo dedo y el dedo gordo del pie con sus kimonos tan ajustados que apenas les permiten caminar (siempre he pensado que parecen pingüinitos), por cierto creo que los varones también las usan.

¡Oh Dios mío!, inicio la canción "Don't give up on us", ¡como me gusta esta canción!, como me gusta la voz apacible de David Soul, que guapó y varonil era, con su peinado de príncipe valiente. Recuerdo cuando veía en compañía de mis dos hermanos mayores la serie televisiva "Starsky y Hutch" y su auto Ford Gran Torino rojo con esa franja blanca enorme a los costados e impecablemente encerado. Por cierto en el año 2008 Clint Eastwood, actuó, dirigió y produjó una película con este nombre "Gran Torino", me encantó y me enamoré del personaje mal humorado pero dulce de Walt Kowalski y al final de la película hereda se auto Gran Torino color azul, creo, a su amigo zippy head. ¡Pero qué manera de divagar!.

En la actualidad la madera se sigue utilizando, hay zapatos que se ven muy fuertes y toscos y que los americanos llaman chunky shoes (I really lost my head last night. You've got a right to start believing♪♫♪).También hay aquellos zapatos con tacones gruesos y casi cuadrados, o esos que tienen la punta redonda como de payaso y que la piel se sujeta a la plataforma de madera con varias tachas de latón y que no tienen talón, también hay de tacón de cuña las famosas wedge. Hoy día se utilizan materiales sintéticos que simulan la madera, los auténticos zapatos de madera que en mi país se conocen con el nombre de "suecos" se deben cuidar con especial atención porque se pueden astillar o romper como cuando nos subimos a la cama y dejamos caer los zapatos, una vez hice esto y se astillo el tacón en un par y en el otro la punta, uy!!! que dolor sentí de ver mi zapatos dañados. Me gustaría compartir algunas fotos de mis suecos preferidos (Don't give up on us, I know We can still come through ♪♫♪).

Me gusta mucho el tacón en forma de bambú y las tiras cruzadas delgadas, ¡qué femeninas! 


Las tachas de latón son un detalle que me agrada mucho y la tira en material textil le da una apariencia fresca, muy para la temporada primaveral. Si... se me ocurre... mañana domingo las utilizaré con unos pantaloncillos cortos color palo de rosa, combinará muy bien con mis uñas azul serenity.




Estas son muy cómodas, el tacón es bajo pero no tanto, y me gustan las tiras delgadas y el coqueto nudo que forman (we can't change ours. Don't give up on us, baby ♪♫♪).


Estos suecos son las que se me despostillaron del tacón y la punta, buuu!!!, que dólor, ¡sniff!


Amo este modelo, son mis consentidos, me gustan mucho, la tira es muy suave y el interior acolchonado, adoro cuando el interior es acolchonado, aunque ya están viejitas son mis preferidas y me acompañan desde hace 17 años. Me encanta el sonido de los zapatos de madera, es un sonido peculiar, es un sonido seco y fuerte, trasmiten fuerza, decisión, dominio y así me siento cuando las uso. Con ellas me siento sexy, me siento depredadora. ¡Grrrrrr!.


También me gustan los suecos de cuña. Estas me parecieron hermosas y son muy altas aunque aquí no se aprecie, las tengo también en color camel algo así como beige. Yujú. (just for a rainy evening when maybe stars are few♪♫♪)


Estas parecen como si el puente estuviera flotando. Mmmm, se me antojo un té calientito, uno de 12 flores, aquel que contiene flor de naranjo, flor de tila, flor de azahar, pasiflora, melisa y no sé cuántas mas, le pondré un poco de leche evaporada y lo endulzaré con miel de abeja. Si, eso haré, bajaré y me prepararé uno, sí, eso me apetece.

(Don't give up on us, baby♪♫♪)
(Don't give up on us, baby♪♫♪)

martes, 26 de septiembre de 2017

EL EXHIBICIONISTA



Cuando tenía unos 13 años, solía ir a la escuela sola y regresar de la misma manera a mi casa caminando. Solía utilizar siempre el mismo camino, ya se había hecho algo rutinario. Hasta que un día pasando por una calle un poco concurrida pero en un vecindario decente fue cuando lo vi. Allí estaba en la entrada de una puerta de garaje color negra, un joven de alrededor de 18 años de edad, alto, guapo, completamente desnudo, su pene en un estado de erección. La visón para mí fue un shock, no podía creerlo. Sentí como agua fría en el pecho. Mi corazón se aceleró y latía fuertemente en mi. Simplemente no podía dejar de ver esa escena. Me sentí muy asustada, pero también con mucha curiosidad. No podía quitar mis ojos de aquel pene excitado. No era la primera vez que veía a un hombre desnudo, pues al crecer entre cuatro hermanos varones es normal alguna vez verlos sin ropa. Pero nunca había visto algo así, algo con esa connotación sexual. No me sentí ofendida, ni agredida, pero si me sentí asustada y muy avergonzada como si fuera yo la que estuviera desnuda y no aquel muchacho,  y al mismo tiempo con esa curiosidad despertada por la primera experiencia de saber cosas sexuales. Ver esa parte del cuerpo masculino, su firmeza, las venas saltando, el color casi púrpura del glande y el vello púbico dándole una belleza salvaje, se parecían mucho a las piernas rechonchas de mis muñecas que acababa de dejar hace poco. Él no me dijo nada y yo tampoco, simplemente pase y fui a casa. No se lo dije a nadie, ni a mis padres, ni a los maestros. Durante días tuve esa imagen en mi cabeza dándome vueltas y no pude sacarla. Me sentía culpable como si hubiera hecho algo malo pero también culpable porque me había gustado. Admito que me gustó ver, no se por qué, pero así fue, quizá lo mas sensato es haberse sentido ofendida, agraviada, indignada, ultrajada, y aunque si pude sentir esas cosas, se mezclaron con ese sentimiento de gusto que me causó y por eso me sentía culpable. A partir de ese momento cuando algún amigo y compañero de clase se acercaba a mí no podía dejar de mirar su bragueta discretamente y preguntarme como lo tendría. Así que pasó algún tiempo, y un día volvía a mi casa y estaba allí de nuevo, aquel joven desnudo, pero esta vez se masturbaba con frenesí. Pase deprisa porque yo sentí mucha vergüenza y pena. Llegué a casa reflexionando sobre el tema, preguntándome si habría sido de nuevo un accidente o si el chico lo hizo a propósito. Pero cómo alguien podía hacer eso a propósito, eso no era posible, me decía. Extraño ese tiempo de inocencia, de verdad. Al día siguiente vacilé un momento para pasar por esa calle y esa casa blanca con puertas negras, pero decidí seguir mi camino porque en aquellos días no sabía nada de parafilias sexuales y exhibicionistas. Estaba a pocos metros para pasar por esa casa, nadie estaba, de repente cuando ya estaba frente a ella, la puerta del garaje se abrió y volvió a estar el mismo joven, esta vez solo desnudo de la cintura para abajo y calzando unas sandalias para baño negras, y una camiseta blanca de cuello redondo y con el miembro endurecido. Dijo hola ¿cómo estás?, yo no supe qué hacer, simplemente no esperaba esa situación, vacilé un poco y dije bien gracias. ¿Cómo te llamas? él dijo. Le contesté, ¿por qué quiere saberlo?. Él dijo mmm..., sólo para conocerte. Mientras mis ojos se movían de su cara a su miembro, supe en ese momento que aquel muchacho lo hacía porque quería que yo viera. Le contesté me llamo Alejandra y seguí mi camino, él dijo espera quiero hablar contigo, me di la vuelta y le dije no puedo hablar contigo tengo que llegar a mi casa y me fui. Cuando llegué a casa fue cuando me di cuenta de que podría ser peligroso pero me avergonzaba hablar con mis padres o con un adulto. Al día siguiente le dije a mi mejor amiga Teresa, éramos amigas desde la escuela primaria y habíamos crecido juntas. Le conté que me había pasado ya tres veces y le rogué que no le dijera a nadie. Pero a la salida otras tres amigas ya sabían, las amigas de mi pandilla, siempre estábamos juntas, salíamos juntas al cine , a beber un café, a las fiestas, ibamos a la casa de cada una a comer o estudiar, éramos muy cercanas, nos llamábamos a nosotras mismas "las chicas malas", pero realmente de eso no teníamos nada.
Así que mis cuatro amigas me acompañaron de regreso a mi casa y pasamos por esa calle, a la distancia le pudimos ver. Él estaba parado allí en la entrada de su casa, desnudo y masturbándose, cuando estábamos delante de él, eyaculó y dejo salir la explosión de esperma, mis amigas gritaron y rieron como histéricas y corrimos tan rápido como nuestras piernas nos lo permitieron, así que llegamos a mi casa, riendo y gritando y llenas de exaltación, mientras nos comentábamos lo que acabábamos de ver. Mi amiga Teresa dijo toda acelerada, pero que feo es lo que los hombres tienen, es horrible. Otra dijo vieron  lo que hacia y como se tocaba, no puedo creerlo, y una más, pero que asco la cosa blanca que le salió casi me cae encima. Estábamos tan histéricas y con el corazón acelerado que mi madre llegando a la sala nos pido que calláramos y decirnos que guardáramos nuestra compostura. Al día siguiente en la escuela platicamos entre nosotras lo que había pasado y algunas veces cuando solíamos salir, hablábamos de nuevo del tema, pero desde ese día no pasé por esa calle otra vez, tomé otra ruta aunque el camino era un poco más largo. Sin embargo debo admitir que esa experiencia me marcó, a partir de entonces, me gusta ver esa parte de la anatomía de los hombres, me causa mucho morbo y curiosidad. Desde luego no puedo aprobar esta conducta de los varones y mi conciencia me dice que es una agresión a nosotras las mujeres, pero a mi me causo esta reacción que he contado y no sé si a otras mujeres les haya pasado igual, pero a mi si. Algunas amigas dicen que son feos, la mayoría de las mujeres que conozco y con los que he hablado dicen que no les gusta el miembro viril. Pero a mi me gusta ver a un hombre desnudo. Es cierto, al igual que la cara de alguien que puede ser atractivo o no, así los penes, hay algunos atractivos y algunos muy feos, pero en general me encanta mirarlos. Creo que soy un poco voyerista, pero ¿no es verdad que todas las parafilias comienzan con una experiencia que marca la vida?. También creo que soy un poco exhibicionista. Tal vez como aquel chico me mostraría, pero no me atrevo a exhibir mi cuerpo, es algo que nunca haría, creo que es por eso que muestro mis pies, me encanta mostrar mis pies, me gusta que me vean los pies. Hay hombres que lo hacen discretamente y otros no, cuando voy por la calle o estoy en algún lugar público. Así que yo puedo entender completamente el poder de una imagen y como ésta se graba en la mente y en el ser, una imagen que te acompaña todos los días de tu vida y no mengua sino sigue allí al parecer hasta que mueras.

sábado, 23 de septiembre de 2017

LA CÁRCEL

Recuerdo que era el 23 de diciembre un día antes de noche buena. Ese día me había metido a bañar y me arreglé con un vestido azul marino de terciopelo que me regalaron mis papás por las fiestas navideñas. No sabia si combinarlo con medías negras o blancas, al fin me decidí por las blancas y estrené unos zapatos negros de charol de tacón bajo. Peiné mi cabello y me puse una diadema. Use mi perfume que solo solía usar en eventos importantes, regalo de mi papá, decidí llevar un abrigo negro de lana de botones grandes y mi bolsa negra. Tenia 15 años y cursaba el primer año de preparatoria. Ese día con motivo de la navidad mi papá nos iba a llevar a cenar y al día siguiente sería la cena en nuestro hogar y en familia para recibir al niño Dios. Eran al rededor de las 7 de la noche y para pasar el tiempo puse un disco de rock and roll en español, de esos de acetato negro, aquel que llamaban LP (acrónimo de Long Play). Comenzó a sonar por las bocinas del tocadiscos la canción "Creo estar soñando" de los Hermanos Carreón. Me gustaba tanto esa canción que decidí ponerla de nuevo y otra vez. De pronto mi madre me dijo- no llega tu papá, quedo que pasaba por nosotros a las 6 y ya son casi 7.30, estoy un poco preocupada. Mi mamá tomó el teléfono y habló a la oficina de papá pero nadie contestó, mis hermanos mientras estaban en el comedor sentados hablando entre ellos ya listos y arreglados para la cena en algún restaurante que seguramente mi padre ya había elegido. A las ocho de la noche sonó el timbre de la casa, mi madre alarmada bajo enseguida para ver quien era. No se por qué pero mi corazón se lleno de desazón y se poso una nube negra en él, algo no iba bien, lo sentí y me llene de temor. Al abrir entró el subgerente de la sucursal bancaría donde trabajaba mi papá, era también su amigo. Mi papá le había pedido que dejara su trabajo en el banco que estaba y se fuera a ayudarlo a él. Mi papá era el gerente pero quería alguien de confianza que lo apoyara. Le decían el santito, porque era una persona muy apacible, muy simpática y muy seria en una palabra muy flemática, tanto que decían que parecía sacerdote. A mi me caía muy bien. Llegó acompañado de su esposa una señora muy parlanchina y algo regordeta, pero muy buena persona también. En ese momento supe que algo había pasado, algo malo y mis ojos se llenaron de lágrimas y se me desencajo el rictus, mis hermanos se levantaron de la mesa y se acercaron a la sala también. Entraron y le dijeron a mamá buenas noches señora le traemos malas noticias, a su esposo lo detuvieron. Mi mamá se puso blanca y dijo con un hilo de voz cómo que lo detuvieron. El santito le dijo es que salimos de la oficina, yo me dirigí a mi auto y su esposo al suyo, estaba abriendo la puerta cuando llegaron unos agentes de la policía y le mostraron una orden de presentación ante el ministerio público y le pidieron que los acompañara, al ver eso yo me acerque y preguntamos a que se debía pero dijeron que en la agencia nos informarían. Su esposo me pidió que lo acompañara y así lo hice, nos subimos a la patrulla y llegamos a la agencia, yo me quede afuera donde espera la gente porque no me dejaron pasar. Después salió su esposo y me dijo que por favor viniera a avisarles, porque le habían informado que lo habían detenido y que estaba sujeto a investigación por 72 horas, así que regresé, viene por mi esposa y venimos a avisarles, porque no nos dejaron usar el teléfono de la agencia. Mi hermanito menor se puso a llorar yo lo tomé entre mis brazos y lo abracé muy fuerte, y en el oído le repetía bajito ya pequeñito no llores todo va estar bien. El santito y su esposa se despidieron de nosotros consternados y nos indicaron la dirección de la agencia donde papá estaba. Mi madre le habló a los tíos de mi papá y llegaron lo mas rápido que pudieron y fuimos todos en los autos a aquella agencia. Cuando llegamos nos informaron que a mi papá lo habían trasladado a la ciudad capital del estado dónde vivíamos. La capital estaba a 30 minutos en carretera de la ciudad dónde vivíamos y partimos para allá. Al llegar fue ir de una agencia otra en su busca. Los que nos atendían lo hacían de mala gana y de forma grosera y hasta que se les ocurría llegaban para informarnos que no estaba ahí detenido mi padre, que tal vez estaba en la agencia fulana. Fue un ir y venir esa noche llenos de angustia, mientras yo rezaba en mi interior y le pedía a Dios que cuidara a papito y nos ayudara a encontrarlo. Al fin llegamos a una agencia ministerial donde nos informaron que efectivamente mi papá había estado ahí, pero que estaba acusado de delitos federales y por tanto había sido trasladado a la capital del país. Al escuchar esto me sentí morir. Mi madre lloraba mientras nuestro familiares la abrazaban y mis hermanos y yo nos abrazamos entre nosotros. Regresamos a casa porque por ahora no se podía hacer algo mas. Esa noche lloré y lloré hasta que el cansancio me venció y me quede dormida. Al otro día mi mamá les pidió a los familiares de mi papá que la llevaran a la ciudad de México, para buscar a papá pero ellos le comentaron que era mejor esperar (esto debido a que la capital tiene 20 000 000 de habitantes y es una ciudad enorme) porque buscarlo ahí sería casi imposible. Tal vez tenían razón o tal vez no querían pasar ese día ocupados en tales diligencias cuando esperaban la cena de navidad. Mi madre partió acompañada de mi hermano mayor a la ciudad de México en camión, debido a que el automóvil de papá se había quedado estacionado en su trabajo y el era quien tenia las llaves, además de que unos meses antes se había perdido el duplicado y por otro mi mamá aunque manejaba no lo hacia muy bien y mi hermano mayor apenas estaba aprendiendo. Yo me quedé en casa con el segundo hermano mayor y mis dos hermanitos menores, el mas chico un bebé de brazos todavía. Ese día regresaron muy tarde. Mi hermano y ella estuvieron buscándolo pero no lo encontraron, así que tuvieron que regresar. Tomaron el autobús de las 12:00 de la madrugada y llegaron a casa muy tarde, derrotados y sin éxito. El día 25 de diciembre fue un día muy triste, reinaba en nuestro hogar el silencio y la tristeza. Mi mamá estaba muy angustiada por no saber nada de papá. Al fin pasó el día 25, mi mamá le había hablado a sus papás para que la ayudaran, mi abuelo la iba a llevar a la ciudad de México pues el si manejaba muy bien, pero también venían de otro estado en camino, así que teníamos que ser pacientes. Al fin como a las 11:30 am sonó el claxon del auto del abuelo, todos nos pusimos muy felices. Mi mamá abrió apresurada y entraron a casa los abuelos, que consuelo sentí cuando los abrace, y me puse a llorar en sus brazos, mientras el abuelo y la abuela me abrazaban y me decían ya chiquita no llores. Estábamos en eso cuando sonó el teléfono, mi mamá se quedo petrificada por unos instantes y todos nos quedamos viéndonos unos a otros, mi mamá reaccionó y descolgó y dijo ¿bueno?, de pronto se quedo blanca y todos en expectación y ansiosos queríamos saber que pasaba, mi mamá decía ¿estás bien?, ¿dónde estas?, al fin colgó y dijo, era él, me dijo que ya lo trasladaron al reclusorio y que le dictaron formal prisión. Aunque la noticia no fue buena llegó el sosiego porque por fin sabíamos donde estaba y al menos sabíamos que estaba bien. Mi madre nos dijo, su papá me dijo que lo detuvieron por fraude bancario y otros delitos. Ese mismo día mi abuelo partió con mamá y mi hermano mayor a la capital del país. Yo me quedé en casa con mis otros tres hermanos y la abuela. Regresaron hasta el día siguiente ya muy tarde, mi mamá mas feliz porque la habían dejado platicar con papá unos instantes en una sección del reclusorio que se llama locutorios, esa parte en que en las películas el visitante y el recluso están separados por un cristal y hablan por teléfono, aunque aquí no había teléfono sino una serie de perforaciones en el plexiglas. Le había contado lo que había pasado, estaba detenido porque en el banco en que trabajaba había un fraude de una empresa constructora y eran muchos los millones en dinero que estaban en juego y mi padre había firmado dos créditos a esta compañía. 
Los delitos que recuerdo eran fraude en perjuicio de una institución financiera del estado, peculado y asociación delictuosa todos ellos delitos federales. Ese mismo día mi abuelo en compañía de un tío del lado de la familia de mi papá  que vivía en la capital del país buscaron abogado y lo contrataron. Y así se inicio una etapa de mi vida muy difícil y que le dio un giro total a mi existencia, se acabo la vida apacible que hasta entonces había llevado, por primera vez la vida me golpeaba y fue tan brutal su golpe que me dobló de dolor y tuve que beber la copa amarga que se puso sobre mi mesa. Se acabo la niñez, se acabo la inocencia, bienvenida Alejandra al mundo real, al mundo de dolor, al mundo de maldad.

martes, 19 de septiembre de 2017

Mi colección de sandalias

Siempre me han gustado los zapatos abiertos, especialmente si tienen el tacón de aguja. Para mi son muy femeninos, delicados y hermosos. No hay nada mas femenino y que nos pueda representar mejor que unas delicadas sandalias. Me gusta como suena el tacón en el suelo y cuando el puente pega con el talón al caminar, son escandalosos, pero el sonido es coqueto y alegre. Me gusta además sentir el viento en mis pies desnudos, el aire frio de la mañana cuando temprano salgo de mi casa a trabajar, o bien el sol del medio día. Me gusta enseñar mis pies, siempre me ha gustado hacerlo. No hay nada mejor que unos pies bien cuidados y pintados. Me gusta llamar un poco la atención, creo que soy un poco vanidosa y me gusta que me miren. Realmente amo lo tacones, amo las sandalias destalonadas, amo mostrar mis pies, algo que solo las mujeres podemos hacer con gracia, elegancia, coquetería y porque no a veces con ese toque sexy y sensual.
Desde que comencé a trabajar he comprado tacones, soy una obsesiva de ellos y creo además ser compradora compulsiva. Puedo realmente gastar mucho dinero en ellos incluso terminar con mis ahorros. Si un modelo me gusta lo compro en todos los colores que haya. No me importa que sea el mismo modelo. Los hay altos y elegantes, los hay con el tacón menos alto y mas cómodo, de todos colores.
Las que mas me gustan son las de tacón de aguja, aunque hay que ser heroica para soportarlos todo el día son mis preferidos


Esta me encantaron son marca Aldo, siempre me han gustado las sandalias Aldo


Son elegantes y aunque son abiertos son formales, se pueden usar en un cóctel en la mañana o en una cena en la noche. Aunque se dice que en el trabajo siempre se deben usar zapatos cerrados, yo si los llevo a trabajar conmigo.


Solo que tienen un problema, de verdad hay que estar atenta para que no formen callosidades en los pies, por tanto no pueden ser usadas muy seguido y hay que dejar descansar los pies. No hay nada perfecto en este mundo.


Y que decir cuando tienen colores coquetos.



El detalle de las tachas me encanta, son rebeldes, son aventureras. 

También las hay para la noche o bien una boda



Y también me gustaron en rosa.



El color dorado es muy socorrido y nunca debe faltar, es básico.



Estas doradas las compré para ir a la boda de una amiga mía. Fuimos muy intimas amigas desde la primaria. Ese día me acompaño mi papá porque yo no tenía automóvil y el se ofreció a llevarme, fue una tarde linda para mi y la recuerdo con mucho cariño. Yo tomada del brazo de mi papá mientras caminábamos y entrabábamos a varias tiendas. El me tuvo paciencia. Mi papá jamás fue paciente, nunca le gustaba esperar en los restaurantes o hacer filas largas y jamás le tenia paciencia a mamá cuando salían de compras. Pero esa tarde me acompaño y fue muy paciente conmigo, al final cuando me las compré y estuve satisfecha de mi adquisición fuimos caminado por las calles del centro de la ciudad y me compró un globo de esos que al soltarlos vuelan al cielo como cuando era niña y en los portales nos sentamos a platicar, mientras el sol se ocultaba y el cielo estaba rojizo. La brisa comenzó a soplar fría y placentera y tomamos un café el y yo. Esa tarde fue mío y me consintió y por un momento volví a sentir la seguridad que siempre me trasmitía y me compró una rebanada de pastel. Yo lo quería de frambuesa con queso, pero al él le gusta el de chocolate así que lo comí de ese sabor para darle gusto. Fue un día perfecto, un día de mis recuerdos.

domingo, 17 de septiembre de 2017

TACONES COQUETOS

Cuando era adolecente salí con mi madre de compras porque era mi fiesta de graduación de secundaria y necesitaba un vestido para la ocasión. Mi madre me compró el vestido mas hermoso que pude haber deseado. Como me gusto mi vestido de satín ceñido al torso y falda amplia como de princesa. Fue la primera vez que tuve mis hombros y mi pecho descubiertos. Debo admitir que me daba pena usarlo, sobretodo porque habría mucha gente ese día, sobre todo porque mis compañeros varones estarían ahí. Pero a esa edad es tan importante gustarle a la gente. Mi mamá me compró un crucifijo de plata que haría juego con mi vestido, una hermosa pulsera y un reloj de oro regalo de mi padre completaría el feliz ajuar para ese día especial. Pero faltaban los zapatos, esos debían ser especiales. Mi madre una vez cuando era niña y usando sus tacones me dijo que no los tomará ni los usara, porque no era correcto que a mi edad los calzara. Que no los usara porque perdía mi belleza de niña y que esos solo los usaban los adultos. Que ella misma llegando la ocasión me compraría mis primeros tacones. Como me gustaba hablar de ese día que llegaría cuando tuviera la edad con mi mamá. Platicábamos de como sería ese día. De como juntas escogeríamos esa prenda que marcaria mi paso de niña a mujer. Pues bien ese día había llegado y juntas salimos a comprarlos. Yo quería unos zapatos abiertos, mi madre me decía que cerrados porque una vez mas me decía que todavía no tenía edad y yo contrariada le decía que ya era toda una mujer. Visitamos muchas zapaterías buscando los mas especiales, probándome varios modelos pero no aparecía el correcto, el adecuado. A veces a mi madre no le gustaban y a veces era a mi a quien no me gustaba algún detalle. No sé cuantas horas pasamos mirando zapatos, gastando el tiempo en compras como solo las mujeres solemos hacer. De pronto ahí estaban unos zapatos negros de piel y con apenas 5cm de tacón de aguja. Guau pensé y a mi madre también le gustaron. Mi madre siempre fue una mujer elegante y de buen gusto. De verdad que bonitos estaban. Y a mi madre que era tan exigente en sus gustos también le fascinaron. Así que mi mamá los pidió a la señorita de la tienda que fue a buscar mi talla a la trastienda y mientras comencé a mirar el mar de modelos que había allí. Entonces las vi. Ahí estaban unas sandalias hermosas, las mas hermosas que había visto. De tacón negro de aguja, alto y delgado, sin tiras en el talón y con los dedos descubiertos de una sola tira gruesa negra de charol que cruzaba el pie. Corrí con ellas para que mi madre las viera y dijo que bonitas están, entonces surgió en mi pecho la esperanza que me las comprara. La señorita llegó con el modelo que habíamos pedido primero y me lo probé, me quedaban muy bien, pero yo quería esas hermosas sandalias negras de tacón totalmente abiertas. Mi mamá me dijo que no, pero supliqué tanto que mi mamá termino pidiéndoselas a la señorita de mi numero, para que me las mostraran. Mi madre me dijo muy seria después de que se fue la señorita de la tienda, solo las pedí para que se te quite el gusto de probártelas, pero ni creas que te las voy a comprar. La señorita llegó con ellas y me las probé, a lado había otro matrimonio que estaban comprando un par de tenis a su hijo quizá de mi edad también. La señora dijo a mi madre que bonitos se le ven y que bonito tiene el pie su hija y tan delgadito y se volteo a ver a su esposo y le dijo verdad que se le ven muy bien, y el señor dijo si muy bonitos pero aun esta muy chiquita para usarlos y mi madre dijo, eso es lo que le digo y la señora se dirigió asía a mi diciendo se te ven muy bien querida pero eres todavía una niña para usarlos, tu mamá tiene razón, quizá cuando seas mas grande, y sepultando todas mis ilusiones, la señorita de la zapatería dijo si mi amor se te ven muy bien pero estas muy chiquita para ellos, necesitas algo mas acorde a tu edad. Así que regresamos a la casa con el primer modelo. Regresé entre feliz y triste porque de verdad quería esas hermosas sandalias. Al llegar, mi padre ya estaba en casa y le contamos nuestra aventura y de como me habían gustado esos zapatos de tacón. En realidad yo tenia la esperanza de que mi padre convenciera a mi mamá de que me los comprara, que fuéramos a la tienda a cambiarlos, al fin y al cabo el había logrado convencer a mi madre de mi vestido porque ella no quería que fuera de hombros descubiertos, pero mi padre le había dicho después de que yo le suplicara tanto, cómpraselo hija después de todo puede cubrir sus hombros con la chalina negra que tienes y que llevaste a la boda de tu hermana. Eso había convencido a mi madre, fue como me compro el vestido. Pero esta vez mi padre dijo tu madre tiene razón, quizá cuando seas mas grande y yo rogué y rogué pero mi padre dijo no, con ese tono que cuando lo usaba significaba que no estaba bromeando y que tenia que obedecer. Mi padre fue muchas veces mi cómplice y casi nunca podía resistir a mis suplicas, las suplicas de su niña, pero cuando usaba ese tono era mejor obedecer. Esa misma historia se repitió en mi graduación de preparatoria, y en la universidad mi mamá no me dejaba usar tacones mas allá de los 5cm. Cuando me gradué de mi profesión, pude usar el vestido con los hombros descubiertos, sin usar la chalina, pero los tacones fueron completamente cerrados aunque de tacón alto y de aguja. Esos fueron mis primeros tacones mas allá de los 5cm, esos fueron mis primeros tacones reales, que me dijeron que ya no era niña. Cuándo tuve mi primer empleo  y gané mi primer sueldo fue ir a las zapaterías a buscar aquel modelo de sandalias que tanto me había gustado en mi graduación de secundaria. Y por fin después de tanto buscar las encontré, aunque no eran las mismas, eran parecidas, eran unos suecos de suela de madera con el tacón negro delgado y muy alto, de una sola tira de piel negra sujeta a los lados de la plataforma de madera con cuatro tachas de latón redondas, aunque no eran de charol me encantaron. Con el interior negro acolchonado, así que las pedí a la señorita de la tienda quien fue a buscarlas mientras ansiosa las esperaba sentada. Por fin llegó con la caja que puso sobre un mueble de la tienda y abrió la tapa, desenvolvió aquel papel blanco con que siempre envuelven el calzado y las saco de la caja y me dio solo la del pie derecho, cuando la tomé me llegó el olor de cuero nuevo, ese olor tan familiar para nosotras las mujeres que amamos los zapatos, que amamos las bolsas. Me desamarré las agujetas de mis tenis blancos y me quite la calceta blanca y me las probé, guau me encantaron, quede completamente enamorada de ellas, la señorita me dijo quiere que le de el otro par y yo dije que si y me los probé ambos y camine de ida y vuelta en el pasillo de donde estaban las sillas de la zapatería, sin dejar de mirar el espejo. La señorita me preguntó si me quedan bien o quería otro numero y yo le conteste que no, que me quedaban muy bien y me preguntó: ¿se las lleva?, están muy bonitas y se le ven muy bien y yo le dije con un amplia sonrisa en mi rostro: me las llevo, pero me las llevo puestas. Así salí de la zapatería con mis nuevas sandalias destalonadas, y mientras caminaba podía escuchar el taconeo coqueto que suelen tener y el aplauso que se oye cuando el puente del calzado choca con la planta del pie al caminar. Recuerdo que tomé el autobús para regresar a mi casa, el cual me dejo a tres calles de donde vivía, de donde estaba mi hogar y mi familia. Y mientras caminaba a mi casa feliz y alegre con mis sandalias, no podía dejar de mirarlas, que feliz me sentí, que contenta fui. Mientras el taconeo se escuchaba y la planta de mi pie chocaba con el material acolchonado del puente de mi nuevo calzado. Cuando entré a mi casa y me dirigí a la cocina encontré allí a mi madre que enseguida se alegro de que hubiera llegado y abriendo los ojos y poniendo una sonrisa en sus labios me dijo "que bonitos están tus zapatos", dónde los compraste y yo enseguida comencé a contarle mi aventura mientras mis hermanos y mis padre entraban también a la cocina y se sentaban a la mesa redonda que había para cenar. Mi padre me dijo que bonitos están tus zapatos, pero como puedes caminar con ellos. Y asi cené junto a mi familia, junto a los seres que tanto amo y por fin supe que para mi madre había dejado de ser su niña, había dejado de ser su pequeñita y que ya era una mujer.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Mi Antigua y Lejana Niñez

Mi Antigua y Lejana Niñez

Cuando era niña todo era más fácil y yo era feliz. Lo que mas me gustaba era sentir el sol en mi cara y el aire fresco cuando soplaba, las tardes de lluvia, ese aroma de humedad que trae consigo el viento antes de la lluvia. Escuchar el monótono ruido de las gotas de agua golpeando las ventanas. Ver los ríos de agua que se forman a los lados de las banquetas y corren a las bocas de tormenta y observar a las personas que presurosas caminaban bajo ella. El día que más me gustaba era el sábado, quizá porque era el día de "no escuela" y quedaba un día mas de descanso aún. Quizá porque era el día que mas tiempo pasaba con mi madre. La acompañaba las tardes de sábado al mercado. Yo agarrada de su mano entre ese mar de gente. Unas buscando mercancías, otras ofreciéndolas. Aquellos olores de la vendimias que se vendían y a veces esos malos olores de la comida descompuesta. Los gritos de los marchantes y a veces los tumultos de gente que terminaban apretándome. Mi madre me decía no te sueltes y me apretaba la mano. La ayudaba a cargar las bolsas llenas del recaudo que hacia para el cuidado de su familia. Y después venia la parte que mas me gustaba, cuando me compraba una golosina en la tienda de abarrotes, quizá un refresco sabor grosella o de sangría y a veces aquel cuento en el puesto de revistas. Regresábamos como a las 7 de la noche y yo corría a la televisión para ver ese programa de cosas increíbles que suceden en el mundo, conducido por el actor Jack Palace, y su famosa frase "Aunque usted no lo crea". Siempre fui muy tímida, tímida en exceso, no me gustaba estar entre las personas y me daba mucha pena hablar. Recuerdo con mucho cariño las tardes de comida del sábado antes de ir al mercado. Las pláticas en la mesa y los platillos especiales que hacia mi madre porque era sábado y en mi casa y mientras viví allí el sábado era el día de comer algo especial. Con todos reunidos, especialmente con mi padre que ese día comía con nosotros, después de no hacerlo durante la semana.
Qué no me gustaba de niña. Las noches cuando al dormir abría los ojos y estaba envuelta en la oscuridad y veían formas entre ella que en esa época eran tan reales y que solo los niños ven, mientras mis manos sudorosas aferraban fuertemente a mi pecho el Topo Gigo que mi madre me había regalado, que a su vez era regalo de mi padre para ella cuando eran novios. Ese Topo Gigo que tanto amé, que cuidé, que lo bañé y lo peiné. Mi compañero inseparable que siempre estuvo allí. El Topo Gigo que se le terminó rompiendo su pie y que ni mi padre pudo arreglar a pesar de que él siempre tenia la solución para todo. Como lloré por esa desgracia de mi amiguito mutilado, sombras de que en la vida nada es perfecto y a veces se tiene que sufrir y nuestro querer puede tan poco y solo hay resignación al suceso. No me gustaba el lunes porque era el primer día de una semana que en la niñez es tan larga y cuando se es adulto es tan corta. Yo crecí en el seno de una familia de cinco hermanos, yo era la de en medio. La única mujer y la sándwich de la familia. No me gustaba que mis dos hermanos mayores no me dejaran jugar con ellos con el dicho de era vieja y las viejas son chillonas y yo les decía llena de valor yo no soy chillona hasta que después de tanto ser rechazada terminaba llorando y confirmando que las viejas eran chillonas.
Algunas veces soñaba en mi hogar y que yo sería una madre cariñosa, eso si, solo iba a tener hijas, porque los niños son feos y las niñas hermosas. Mi esposo seria guapo, galán, un príncipe amable y seriamos felices en nuestro hogar. Otras veces soñaba en tierras lejanas donde era la princesa que tenía que ser recatada por el heroico príncipe que terminaba poniéndome a salvo de tan peligrosas aventuras. Otras tantas una exploradora en junglas inaccesibles y llenas de peligros. Otras tantas veces en doctora que cuidaba y sanaba a los niños pobres del mundo. Otras mas en la veterinaria que cuidaría a los animalitos. Como extraño esos días, aquellas canciones lejanas de mi infancia, del payaso Cepillín que me divertía y me llenaba de emoción, del chapulín colorado y el chavo del 8. Recuerdo aquella canción "I just call to say I love you", como me gustaba esa canción y llenaba mi corazón aun infantil pero a punto de entrar a la pubertad y comenzar a fijarse en los chicos que hasta ahora me habían sido tan indiferentes, bichos raros y groseros. Fui una niña feliz, afortunada y bendecida por Dios por haber tenido un hogar y una familia estable, unida. Unos padres maravillosos que en esa época lo eran todo para mi y que lo siguen siendo. Unos padres que en esa época eran sabios y me protegían, ellos podían todo y que ahora los veo llenos de canas, cansados de la vida pero que siguen siendo ejemplo de rectitud. Tantos sucesos pasan en la historia de vida de las personas, historias anónimas que solo Dios sabe. Cada creatura tiene su historia llena de emociones, alegrías, sin sabores y lágrimas. Y yo ya en la madurez de mi existencia aun espero el futuro con la misma emoción de cuando fui niña. Amo la vida, amo la historia que he tenido. Amo esos sucesos que he vivido y que son parte de mi. Pero la niñez es blanca, la niñez es sencilla, al menos lo fue para mi.